domingo, 13 de febrero de 2011

CAPÍTULO ONCE.

Lunes.
Un lunes de esos donde el sol brilla con mucha fuerza y te ciega si lo miras de frente. Un sol que hace el día un poco menos pesado, y lo tiñe con un toque de alegría, aunque la alegría de Adara haya desaparecido.
El fin de semana no se parecía en nada a lo que ella había imaginado. Y, por si fuera poco, las horas le han parecido días. Cada hora sentía que el dolor de la espalda se le hacía más intenso.
Aparca su Vespa en uno de los pequeños aparcamientos para motos que hay enfrente del instituto y se baja. Guarda el casco en el sillín, sacando la mochila y colgándosela del hombro izquierdo. Rápidamente siente el dolor causado por el peso de sus libros y se cuelga también la otra asa en el hombro derecho. Se agacha y, con alguna dificultad, coloca el candado.
Empieza a caminar despacio, sin prisa. La tristeza se refleja en sus ojos esmeralda. Y, sin ningún punto fijo, no se da cuenta de que está siendo observada por unos cuantos ojos llenos de maldad.
 
 
 
 
Stella se ríe al oír la anécdota de Rebeca. Se echa la oscura melena hacia atrás, con mucha delicadeza. Sentada sobre el banco del pasillo del instituto, se percata de que ella está entrando.

-¡Eh, chicas! Mirar, ahí viene.- Stella se ríe malevolamente, no demasiado alto, y se acerca más a sus dos amigas- ¿Lo tenéis todo claro?
-¡Clarísimo!- Asegura Julia.- ¡Buf, pero mirad que cara trae!
-Danel la ha dejado realmente jodida.
-No os preocupéis.- Las interrumpe Stella, dejando ver una dulce pero falsa sonrisa- Nosotras la ayudaremos.- Asegura ella, utilizando un tono demasiado irónico.
-¿Vosotras os habéis enterado de lo de su madre?- Rebeca se ríe, y las demás la imitan.
-Sí. Parece ser que se ha ido con otro.
-Esa familia está totalmente descontrolada.

Daniela se acerca a ellas corriendo, con una sonrisa grabada en la cara.

-Eh, ¿De qué habláis?
-De las Tarta de fresa.
-¡Buah! ¿Y os habéis enterado de lo último? -Daniela mira a sus amigas con picardía, y al ver que todas niegan con la cabeza, prosigue-¡Lucas está coladito por Paola!
-¿Qué dices?- Julia pone los ojos en blanco, resoplando- ¡No inventes!
-Te lo digo de verdad, Julia. Bruno me lo ha contado.- Daniela se acerca a Julia, dándole unas palmaditas en la espalda cariñosamente- Parece que la Tarta de fresa te está quitando el príncipe azul.

Julia se ríe con seguridad.

-¡Ja! Eso ni en sueños. Nadie me quita lo que es mío y menos alguien como esa.
-¡Tranquilas, no discutáis! -Stella habla con convicción, y todas se giran para escucharla- Nosotras nos encargaremos de hundirlas, y de dejarlas por los suelos. Las Tarta de fresa nunca volverán a ser más que nosotras.

Las cuatro sonríen y, tras oír el estridente sonido del timbre que las reclama, entran a clase.
 
 
Ya ha empezado la clase. El profesor de historia ya está hablando sobre la revolución rusa de 1917, prosigue con el mismo relato con el que acabó la clase anterior. Pero, como siempre, nadie le presta atención.
Pasados casi diez minutos desde el comenzamiento de la clase alguien toca a la puerta y entra apresuradamente.
Es Paola.

-Señorita, ¿como es que llega tan tarde?
-Disculpe profesor, me he quedado dormida.
-Que no vuelva a pasar. A la próxima no entra.

Paola se dirige a su mesa de siempre, pero cuando llega y deja sus cosas encima de la mesa, Adara las lanza con brusquedad y las deja caer, dirigiéndole una mirada llena de odio y rencor, como diciendo "ni ensueños te sientas a mi lado".
Paola, con la cabeza agachada al entender el mensaje, se dirige al final de la clase buscando una mesa libre. La única que ve es la mesa de Lidia, la pobre chica llena de granos, aparato y gafas de culo de vaso a la que todo el mundo margina.

-¿Habeis visto eso?- Pregunta Daniela a sus amigas desde la otra esquina de la clase, donde se sientan siempre.
-Parece que las Tarta de fresa ya no son tan amiguitas.
 
 
 
Final de las tres primeras horas. El recreo. El ansiado momento de los alumnos. Un descanso entre tanto libros, libretas y lápices.
Stella, Rebeca, Julia y Daniela, después de fumar sus cigarros a hurtadillas en el baño, salen al patio y buscan a alguien con la mirada.
Sentada en las gradas está Paola, que todavía no ha conseguido librarse de la pesada de Lidia. Y en un banco, sola, escuchando un poco de música se encuentra Adara. Se acercan al banco, aproximándose a la chica de pelo rubio.

-¡Hola!-Saluda Stella enérgicamente y con una falsa sonrisa dibujada en la cara.
-¿Qué queréis?-Adara se quita los auriculares y pulsa el botón de stop.
-Nada. Solo queríamos ver que tal estás. Nos da mucha pena lo que te está pasando. Y encima Paola, que mala amiga ¿No?. Cuando más la necesitas es cuando se dedica a pasar de tí. Si es que yo ya me lo olía.
-Es verdad, lo único que quería era acercarse a Lucas.-Añade Julia.

Adara, totalmente incómoda al verse rodeada por miradas que la observan, sacude la cabeza levantándose del banco.

-Dejadme en paz. Vosotras no sabéis nada.

La relación que Adara tenía con ese grupo no era muy buena. Recuerda que cuando Paola y ella eran inseparables, siempre las esquivaban.
Esas cuatro chicas tenían una fama de crueles sin sentimientos, y solo pretendían llegar a lo más alto. Ser las más importantes. Las populares, papel que, por aquel entonces, ocupaba Adara.
Ella se aleja, colocándose de nuevo los auriculares, y, aunque no puede escuchar con total claridad los sonidos que la rodean, nota unas pisadas que se acercan a ella y el contacto de un brazo en el hombro.

-Ady, ¿Puedo llamarte Ady, verdad?- Stella le sujeta el brazo con suavidad y con un toque de amabilidad.
-Claro que no, no puedes.
-Tienes un nombre bonito.
-¿Me dejas en paz?
-Escúchame un momento, solo te pido uno.

Adara resopla, cruzándose de brazos. No quiere escucharla, pero le otorga un segundo para finalizar la conversación.

-Antes has dicho que nosotras no sabíamos nada.
-Cierto. No tenéis ni idea.
-Adara, ahí te equivocas.- Stella se acerca más a ella, mostrándole un semblante preocupado.- Perdóname por no haberte contado nada antes, me siento realmente mal.
-¿De qué hablas?- Adara frunce el ceño. No entiende nada.
-Hablo de ella.- Stella señala a la chica morena de las gradas con el dedo, y vuelve a mirar a Adara.- Esa mosquita muerta nunca fue lo que parecía.
-¿Qué dices? ¡Basta! No nos hablamos, pero es mi amiga.
-¿Estás segura? ¿Y por qué a nosotras no nos decía lo mismo?
Adara cierra la boca, mirándola con incredulidad. No sabe de qué habla, se siente desorientada.
-Cariño, tú y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien, y, si te soy sincera, aún no entiendo por qué...
-Porque tú no me caes bien, y siempre has hecho todo lo posible por hundirme.
-Tienes razón, y por eso quiero contártelo todo de una vez por todas. Siento que te debo una. Y siento que mereces saberlo todo. Con todo lo que estás pasando, es hora de que alguien te cuente la verdad.
-Sí, lo hemos pensado y creemos que esta pelea inútil de niñas pequeñas es patética.- Julia sonríe tiernamente, dejando ver sus blancos y perfectos dientes.

Stella mira a Adara directamente a los ojos, transmitiéndole simpatía.

-¿Prefieres que nos sentemos?
-No, habla ya.- Adara está inquieta, no sabe si creérselo o no.
-Está bien.- Stella se aclara la garganta y prosigue.- Nunca le has caído bien a Paola.
-¿Qué estás diciendo?
-Es verdad. Adara.- Stella busca sus ojos.- Es cierto. Solo quería acercarse a Lucas. Él era una apuesta, y ella aceptó. Siempre ha estado de nuestro lado.
-¿Y por qué me contáis todo esto ahora?
-¡Porque te vemos mal! Y, aunque no lo parezca, nos duele ver a alguien así por culpa nuestra.
-Un día a la semana venía a la casa de alguna de nosotras para contarnos qué había pasado. Y, suponemos que todo lo que te está pasando le ha servido de escusa para deshacerse de tí.- Daniela niega con la cabeza, mostrando desprecio.

Adara no puede creérselo, sacude la cabeza y cierra los ojos. Respira con gran esfuerzo, no asimila las palabras.

-¿Y por qué no está con vosotras? ¿Por qué está sentada con Lidia?

Stella se apresura a contestar de manera improvisada:

-Ahora le está haciendo lo mismo a ella. Por si no lo sabías, el primo de Lidia está buenísimo.
-¡Esto es imposible! -Adara empieza a sollozar en silencio, destruida.
-Lo sentimos, de verdad.

Adara las mira con desconcierto, y se coloca de nuevo los auriculares, alejándose de ahí.
Ellas la observan sonriendo. Observan como se lleva las manos a la cabeza. Observan como, velozmente, se coloca la mano en la boca.
Julia actúa casi por instinto. Tira la mochila en el suelo y corre hacia ella, gritando su nombre.
Lejos, pero no demasiado, las tres chicas ríen y desaparecen, perdiéndose en el gran patio.
Julia la abraza, rodeándole la nuca con el brazo, y acelera el paso en dirección hacia los arbustos que hay a pocos pasos.
Empuja a Adara y esta se arrodilla, sujetándose el pelo.
Julia cierra los ojos y se gira. No quiere verla vomitando. Se saca un pañuelo del bolsillo y se lo pasa.
Adara se gira y se sienta en el suelo. Julia se sienta al lado.

-¿Estás bien?
-Sí, gracias. Es que no me puedo creer todo lo que me está pasando. Todo ha ido tan...
-¿...Rápido?
-Exacto.- Adara se refugia rodeándose con los brazos.
-Es comprensible. Tenías la vida perfecta.
-Y, lo más extraño, es que no sé qué hago hablando aquí, contigo. -Adara observa a Julia por el rabillo del ojo.
-Ni yo tampoco. Pero, aprovechando que ahora no está Stella, te seré totalmente sincera.
Adara sonríe mirándola.
-Yo no me llevo muy bien con Stella.
-¿Enserio?
-Te lo juro. Pero, sinceramente, Paola es mucho peor que ella.
-¿Paola?
-Sí, Paola.- Julia resopla, dejando entrever su semblante preocupado.- Ha hecho muchísimo daño a demasiadas personas. Tú para ella solo has sido una más. Stella es cruel, pero a tí te dice la verdad, y no sé por qué. En el fondo le caes bien e intentaba hundirte porque sabía que tú le hacías sombra. ¿Sabes por qué nos llevamos un poco mal?
-No. ¿Por qué? -Adara le dedica toda su atención. Le gusta hablar con Julia.
-Porque yo soy muy celosa. Al principio ella era como una hermana para mí. Lo compartíamos todo. Y luego apareciste tú, e hiciste que ella fuera la segunda chica más nombrada en el instituto.
-Lo siento.
-No lo sientas. Tú no tienes la culpa. Y, bueno, ella empezó a hablar de tí como si fueses una diosa. Quería llegar a ser como tú, y a mí eso me jodía. Me daba la impresión de que te quería más a tí que a mí.
-Julia, yo...De verdad que...
-¡No, no!- Julia se ríe entornando los ojos y arrugando la nariz como una niña pequeña.- Vuelvo a repetirte que tú no tienes nada que ver. Y yo empecé a decirle que se fuera contigo. Stella, al ver que no podía ser como tú, optó por lo más fácil. Joderte en todo lo que pudiese.
Creo que se ha dado cuenta de que así no llega a ninguna parte, y ahora quiere arreglar las cosas contigo.
-Es un poco tarde, ¿No crees?
-Mejor tarde que nunca.- Julia sonríe, levantándose.
Antes de alejarse, le guiña un ojo a Adara y se despide con la mano.
Ella la ve alejarse, y se da cuenta de que Julia se ha girado.
-¡Por cierto! ¡Después de clase nos vamos a tomar algo! ¿Te vienes?

Adara mira al suelo, rascándose la cabeza, y la mira, asintiendo con la cabeza.
Julia sonríe y vuelve a girarse. Recoge su mochila en el sitio en el que, hace apenas cinco minutos, la dejó. Cuando está a una distancia considerable, se saca el teléfono móvil del bolsillo y busca el número de Stella.

-¿Dónde estás?

Se oye una risa sonora, y la voz de Stella que contesta:

-Estamos en el baño. ¿Qué tal ha ido?
-Se lo ha tragado todo.
Julia cuelga, y pasa por delante de las gradas, lanzándole una mirada teñida de desprecio a Paola.
Paola enarca las cejas. No comprende nada. Y no sabe que ha sido acusada de algo siendo totalmente inocente.
 
 
 
 
 
Última sirena. Último sonido molesto. Últimos suspiros de los alumnos que salen apresuradamente de las aulas. La última sirena del día, aunque no de la semana.
Adara recoge sus cosas con cierta lentitud. No le importa salir la última.
Al salir del aula las ve de pie, mirándola. Ella sonríe y se une a ellas. Empiezan a hablar de cosas sin sentido, de cotilleos sin importancia. Hablan de programas televisivos. Critican las maneras de vestir de la profesora de inglés. Se ríen de lo mal que le queda el tatuaje en la nuca a la pelirroja del final de la clase.
Cuando se dan cuenta, ya están fuera del instituto.

-¡Bueno! ¿A dónde vamos?-Daniela asoma la cabeza entre Rebeca y Julia, poniéndose de puntillas.- ¡Yo opto por ir al veinticinco!
-¿Estás loca?- Stella se ríe sonoramente.- Ese pub es para ir de noche. Con estos uniformes no haríamos más que el ridículo.
-¿Qué os parece el bar que hay debajo de mi casa? Lo acaban de abrir.
-Sí, por mi bien.- Adara asiente con la cabeza.

Adara se gira y en ese mismo momento observa como Paola sale del instituto, al lado de Lidia.
Al pasar por delante de ella, oye la voz de Paola. Escucha como le cuenta un chiste y también las risas que les siguen.
Adara sacude la cabeza, resoplando con fuerza.

-¿Os lo podéis creer? ¡Está haciendo lo mismo con Lidia!
-Sí. Te lo hemos dicho antes.- Stella se acerca a Adara.
-Sí, pero no acabé de creérmelo del todo. Esta tía no va a seguir haciendo daño.- Adara respira y avanza a paso veloz en dirección a Paola. Esta la observa llegar y enarca las cejas, sin comprender qué está pasando.
-¿¡Es que no te has divertido ya bastante!? -Adara alza la voz, escupiendo cada palabra con desprecio y violencia.- ¿¡No te bastó conmigo!?
-¡Adara, baja la voz! -Paola está desconcertada y asustada, no entiende lo que pasa.- ¿Qué te pasa a tí?
-¿¡Y tú me lo preguntas!? -Adara la fulmina con la mirada, y en un abrir y cerrar de ojos ya está encima de Paola. Se lanza con fuerza y con brusquedad, y las dos caen al suelo. Adara aterriza sobre Paola, y esta nota el dolor punzante atravesándole la espalda. Adara le empieza a estirar del pelo con fuerza, haciendo que Paola se doble en dos y sienta un terrible y agonizante dolor en la cabeza.
-¡Para, para!- Paola empieza a derramar lágrimas, pero no se defiende. Tan solo se cubre la cara con las manos.- ¡Adara, basta!
-¡Deja de jugar con mi hermano!
-¿De qué estás hablando?

Adara le lanza un puñetazo en la cara que le da de lleno, partiéndole el labio inferior. Alrededor de ellas se forma un círculo de gente curiosa. Alguna persona débil intenta separarlas, pero no consigue hacerlo. El resto de la gente solo observa como la chica rubia golpea a la pobre Paola, que, tirada en el suelo, lo único que intenta hacer es protegerse.
Un poco más allá, pero no demasiado, cuatro jóvenes observan divertidas la violenta escena.
 
 
 
Lucas conduce con una mano. Con la otra, sujeta el teléfono móvil.

-Sí. Estoy llegando.
-Cuéntame otra vez qué vas a hacer ahí. Aún no lo entiendo.- Desde el otro lado de la línea se escucha la divertida voz de Danel.
-Voy a buscarla, sé que sale ahora. El otro día quedé con ella en el pub y no vino. No sé qué pasa. Quiero hablar seriamente con ella de una vez por todas.

Danel traga saliva. Le gustaría decirle que sí, que ella se presentó, e intenta desviar el tema.

-Sí, ya, pero...¿No tuviste suficiente con tus años de instituto? Yo no volveré ahí jamás.
-Si no recuerdo mal, un día fuiste a ver a mi hermana.
-Ya, bueno. Pero he madurado. Repito: Nunca más.

Lucas ríe enérgicamente, llegando a la calle del instituto.
Al entrar, observa que en la puerta principal hay muchísima gente presenciando algo, y frunce el ceño.

-Danel, te dejo. Acabo de llegar y me parece que pasa algo.
-Bueno, luego hablamos.
-Adiós.

Lucas descuelga el móvil y aparca, bajándose del coche.
Se dirige hacia el revuelo, esquivando y apartando a la gente para poder llegar a ver qué pasa.
Cuando llega abre desorbitadamente los ojos. No puede creer lo que está viendo, y se apresura a coger por los brazos a su hermana, echándola a un lado.

-¡Adara, ¿Pero qué coño estás haciendo?!- Lucas está nervioso, y se aproxima a Paola para levantarla. Ve que su labio inferior está hinchado y le limpia la sangre con el puño de su camisa blanca.
-¡Golfa, déjalo en paz! -Adara sigue chillando a Paola, y vuelve a correr hacia ella, pero Lucas le corta el paso interponiéndose entre ellas dos.
-¡Adara, ¿Te has vuelto loca?!- Lucas levanta la voz exageradamente.- ¡Ya hablaremos en casa!

Paola se esconde detrás de Lucas. Está avergonzada, asustada y desorientada.
Lucas le rodea el cuello con el brazo y se aleja de allí, en dirección al coche.

-¡No te vas a salir con la tuya!- Adara sigue levantando la voz y dedicándole insultos y malas palabras a Paola, pero ella ya está lejos.

Adara se acerca a sus nuevas amigas, fulminando a toda la gente que encuentra a su paso.
Las cuatro chicas se abalanzan sobre ella, besándole la cabeza.

-No se defendió porque quedó con Lucas aquí, y sabía que él aparecería.
-¡Seguro!-Julia la coge del brazo- Si no, te habría pegado.
-Me da igual. Esa tía no se va a salir con la suya. Yo no pienso permitir que juegue con mi hermano.

Todas empiezan a gritar mostrando sonrisas y abrazándose de nuevo. Y, mientras siguen hablando sobre Paola, se dirigen hacia el bar.
 
 
 
Dentro de un coche rojo, ellos dos hablan.
Paola está apoyada sobre la ventanilla. No quiere mirarlo.
Él la observa con preocupación, y siente la necesidad de romper el inquieto silencio que les rodea.

-¿Estás bien?
-Sí.- Paola sigue asustada, encogida sobre aquel cómodo asiento, y deja escapar sollozos casi inaudibles.
-¿A qué ha venido todo eso?
-No lo sé.
-¿No lo sabes?- Lucas la mira, enarcando las cejas.
-No...Yo salía de clase y, bueno...-Paola se calla al notar el temblor de su voz, dejando escapar lágrimas saladas de sus oscuros ojos.
-¿Te ha dicho algo?
-Me ha dicho cosas como <<No vas a jugar con mi hermano>>.
-¿¡Qué!?
-Yo tampoco lo entiendo, está muy rara desde, bueno...Desde que tú y yo...
-...Nos besamos.
-Sí.- Paola evita su mirada, ruborizándose.- Deberíamos contarle que fue mentira, aunque se enfade por esconder a Danel.
-¿Te arrepientes?
-Yo, yo...- Paola se lleva la mano a la boca. Siente miedo a ser descubierta.- Ella se enfadó....Bueno...Tal vez yo...
-Perdóname, pero no entiendo tu lenguaje.

Paola sonríe, agachando la cabeza.
Lucas la observa divertido.

-Paola, mírame.- Lucas le busca los ojos.
-Quizá deberías mantener la vista fija en la carretera.- Paola sigue girada, no está preparada para mirarle.
-¿Sabes? -Lucas frena de golpe, haciendo que Paola se incline hacia delante.- Yo no me arrepiento.

Lucas suelta el volante, colocándole las manos en la cara, atrayéndola hacia él. Nota su dulce aroma. Nota su cálido aliento golpeándole las mejillas. Y, en un instante, la besa. La besa lentamente, y con ternura.

-¡Ay!- Paola se echa para atrás, masajeándose el labio inferior.- Me duele.

Lucas rompe en una carcajada que inunda el coche, pero no aparta los ojos de ella. Y esta vez Paola sí que le mira. Enrojecida, nota como una sonrisa se le dibuja sin poder evitarlo.
Lucas arranca el coche de nuevo, perdiéndose entre el tráfico.
Ella, improvisadamente, apoya la cabeza en el hombro de él, cerrando los ojos.
Lucas la mira y sonríe.

4 comentarios:

  1. me encanta! jaja la pareja k mas me gusta es paola y lucas :)

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  2. qué zorras son esas cuatro víboras XD!!!!! Y Adara, ¿cómo ha podido creerlas a ellas antes que a Paola? Y qué tierno es Lucas, me encanta!! Publica pronto!! un beso!!

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  3. Uauuhh me he leido tu blog sin perder detalle, esta genial te animo a que sigas escribiendo porque llegaras muy lejos.
    Por cierto Lucas&Paola me encantan (:
    Pasate por mi blog si quieres:
    http://uncielotanazulcomoelmar.blogspot.com/

    Por cierto me hago seguidora!
    Unn besazooo!

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  4. capitulazooooo!!! me encanta de verda!!!!! spero k subas uno rapidismo jejejej

    avisame!!! :D

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