Las piernas corren por sí solas. Avanzan por toda la casa, saltando sillas y mesitas pequeñas. Evitando cualquier tipo de obstáculo. Sólo quiere huir de él, de sus golpes.
Le suda la frente, le tiemblan las piernas, los brazos y el labio inferior, que amenaza con llorar.
Sus movimientos son frenéticos. Quiere encontrar la salida para marchar, para escapar de las manos de él, de sus palizas. Pero cuando llega a la puerta principal, no se abre. Coge el pomo con fuerza y lo hace girar, pero no cede. Lo estira con furia, con irritación, con temor y con desesperación.
Cuando cree que lo está consiguiendo, Luís la alcanza cogiéndole por los hombros y la tira al suelo violentamente, pegándole una patada en las costillas.
Adara se dobla en dos emitiendo un chillido mezclado con sollozos desgarradores. Le pide compasión, le grita que se detenga, que no vaya a más, pero Luís coge un cuchillo de punta lo necesariamente alargada y punzante como para acabar con su vida en menos de dos segundos.
Él se pone delante de ella, y Adara se protege el estómago con los brazos, aunque sabe con total claridad que no servirá de nada.
Entonces él se lanza encima y se lo clava.
Adara salta de la cama, empapada en sudor, chillando.
Al levantarse de golpe, nota el dolor de los huesos inmediatamente. Frunce el ceño, inclinándose suavemente.
Se lleva las manos a la cabeza, echándose el pelo hacia atrás. Y, sin poder evitarlo, se pone a llorar. Le da la impresión de que todos sus sueños acaban de la misma manera. Su padre siempre está encima de ella y acaba con su vida.
Han pasado dos semanas y cada vez se siente más asustada. Las palizas, golpes y palabras degradantes de su padre no han cesado, y, por un instante, cree haber perdido la cabeza.
De repente escucha el sonido de zancadas que suben velozmente la escalera. Lucas ha oido los gritos de su hermana y sube corriendo a su habitación.
Al entrar, la encuentra sentada en la cama, sudando y a punto de romper a llorar. Se acerca, atacado por la preocupación, y se sienta a su lado. Le acaricia las mejillas, echándole el pelo hacia atrás, mientras ella intenta calmarse.
-¿Estás bien?- Pregunta él con un hilo de voz apenas audible.
-Sí.- La respuesta de Adara es seca y cortante, y se aparta lo más rápido que puede del contacto de su hermano.- No hace falta que vengas cada vez que tengo una pesadilla.
-Bueno, sólo me preocupo por tí.
-¡Ese es el problema, que no te preocupas por mí!- Adara le mira a los ojos enfurecida- Y además, sé cuidarme sola.
¿Cómo que no me preocupo por tí? Sabes que no es cierto. Eres lo que más me importa.- El tono de Lucas es dulce, y aunque le han dolido las palabras de su hermana, intenta ponerse en su lugar y entenderla.
-No. Tú sólo intentas ocupar el lugar de mamá, como si estuvieras obligado. ¡Pero no puedes ser como ella! Y me las sé arreglar sola, como he hecho hasta ahora. No necesito que nadie finja que me quiere, como haces tú. Porque tú sólo te preocupas por tí y por la estúpida de tu novia.- Adara agacha la cabeza, conteniendo la rabia. Sabe que tal vez se ha pasado, que tal vez no lo debería de haber dicho, o almenos, no de esa manera, pero está cansada de que la gente sienta lástima por ella.
Lucas se levanta y empieza a dar vueltas por la habitación, nervioso.
-Vale, así que eso es lo que te pasa, que estás celosa, ¿no?
-¿Celosa, yo? ¿De Paola? Sí, claro.-Adara resopla, frunciendo el ceño- Estás loco.
-Celosa, enfadada, molesta... yo qué sé. Pero te jode que esté con ella.
-Pues claro que me jode.-Adara se levanta, intentando ponerse a la misma altura que él, aunque no lo consigue. Sigue mirándole directamente a los ojos.- ¿Sabes por qué? Porque no pensé que fueras tan idiota. Te ha engañado, y tú enseguida has caído en su trampa. Se acercó a mí para conocerte, para ligar contigo. Después se olvidó de mí, de su supuesta amiga del alma. Y luego te dejará a tí- Añade ella, señalándole con el dedo.- Te dejará por otro, ¿Sabes? Lo ha hecho otras veces, tú tan sólo eres uno más. Y no quiero que te haga daño.
-¿Quién te ha contado esa historia? -Lucas cierra los ojos, negando con la cabeza.- Bueno, me da igual. No me interesa ni quién te lo ha contado ni por qué. Y a tí también debería darte igual, porque yo ahora soy feliz como hacía mucho que no lo era, y todo gracias a Paola.- Lucas hace una pausa para tomar aire- Y eso debería importarte. Soy feliz, estoy bien. Y si después nos hacemos daño, pues no sé, problema mío. -Lucas se gira, en busca de la salida, y se aleja de ella dedicándole unas últimas palabras.- Y si no hicieras caso a los rumores, te darías cuenta de que ella está destrozada. Le duele que no le dejes estar a tu lado, ayudarte. Porque te quiere, y mucho, además.
Adara se acerca sigilosamente hacia Lucas, y le coge del brazo. Él se gira y mira sus ojos. Unos ojos frágiles y apagados, que anteriormente tuvieron el brillo y la vida de una adolescente risueña y atrevida.
-¿Enserio eres feliz?- Adara, al ver que su hermano asiente, no puede evitar sonreír, y lo abraza, como hacía tiempo que no lo abrazaba. En un instante se ve envuelta en un abrazo de esos que hacen que te sientas segura, protegida y querida.
-¿Eso significa que ya me has perdonado?- Lucas le habla al oído cariñosamente.
-Eso significa que ya no estoy tan enfadada contigo.
-Bueno, siento estropear este momento- Lucas se aparta de su hermana- pero tengo que arreglarme. Si no, voy a llegar tarde.
Te espero en 10 minutos en el parque de enfrente de mi casa. Te quiero.
El mensaje va acompañado por una carita sonriente al final, y Paola no puede evitar también una sonrisa.
Que dulce es- Piensa.
Deja el móvil sobre la mesa y se apresura hacia el cuarto de baño, contando el tiempo que tardará en llegar con la moto hasta el parque. Sólo le quedan cuatro minutos para arreglarse, pero, a pesar de eso, le encanta que Lucas la sorprenda con citas inesperadas como esta.
Apenas le da tiempo a pintarse un poco los ojos, peinarse, recogerse el pelo con una diadema, ponerse las converse All Star y salir corriendo de casa.
Sube a la moto, se pone el casco. Mete las llaves y arranca, acelerando.
Son las diez de la mañana de un sábado, así que apenas hay tráfico, y en un instante llega al lugar de la cita. Se quita el casco y se agacha para poner el candado.
En ese mismo instante, alguien le coloca las manos delante de los ojos con suavidad, impidiéndole ver. Ella enseguida reconoce el tacto, el olor, y sonríe. Toca las manos de él con las suyas, acariciándolas.
-¿Mario? Será mejor que te vayas antes de que te vea mi novio, he quedado aquí con él.- Paola sonríe divertida, mordiéndose el labio inferior.
-Ja, ja- Lucas ríe sarcásticamente mientras le aparta las manos de los ojos y la gira para mirarla.- Ya me estás explicando ahora mismo quién es ese tal Mario.
Paola se ríe y se pone de puntillas para darle un suave beso.
Caminan por el parque cogidos de la mano. Hace un día precioso. El sonido del cantar de los pájaros retumba por todos y cada uno de los rincones del parque. Las flores inundan con sus dulces aromas el perfecto viento. Perfecto porqué no es tan fuerte como para despeinarlos y ser molesto, pero tambien para no notar el sol directamente sobre su piel. Todo esta tarde es perfecto o, talvez, lo único perfecto que hay es el amor que ellos dos sienten y que transforma todo en algo hermoso y agradable.
Los finos rayos del sol tiñen las mejillas de Paola, que enrojecen mostrando felicidad.
Tan sólo se oyen sus respiraciones acompasadas. Tan similares que parecen una sola. No se escucha nada más que eso, y ella decide romper el silencio.
-Mario no es nadie. Que yo recuerde, no conozco a ningún Mario.
Lucas sonríe mirándola, dispuesto a contestar, pero ella es más rápida:
-Pero quiero saber quién era esa rubia.
-¿Qué rubia?- Lucas se sorprende, no se imaginaba una pregunta así. Ni siquiera recuerda haber estado con ninguna chica que no fuese Paola.
-¿Recuerdas que me llamaste aquella noche, cuando estabas en el Veinticinco? Pues fui, y te vi con una chica rubia.
-¿Al final viniste? ¡No te vi! -Lucas frunce el ceño, desviando el tema de aquella chica. Apenas se acuerda de ella.
-¡Contesta!-Paola le empuja con delicadeza, dejando entrever media sonrisa.
-Ni siquiera la recordaba, no sé ni cómo se llama.-Lucas sacude la cabeza, sonriendo también, y prosigue- Mis amigos me habían molestado mucho diciéndome que estaba enamorado de tí, y me retaron.
-¿Te retaron? -Ella intenta imitar el tono de su voz, mostrando burla.
-Sí, eso hicieron. Me dijeron que demostrara que tú no me gustabas besando a otra chica. Ella estaba muy borracha, y estuvimos un rato juntos hasta que se lanzó encima de mí. Al poco tiempo me fui de allí, y no la he vuelto a ver.
Paola se separa un poco de él, mirándole a los ojos y soltándole la mano.
-¿Y por qué tenías que demostrar que yo no te gusto?
-¿Cómo querías que reconociera delante de todos mis amigos que estaba colado por la chica a la que me pasé llamando toda la noche y que había sido capaz de darme plantón?
-¡Pero yo no te di plantón, y Danel lo sabe!
-¿Cómo que Danel lo sabe?
-Claro que lo sabe.- Paola sonríe al ver la cara de Lucas, y añade riendo- Hablaba conmigo como si fuesemos amigos, creo que no recuerda la paliza que le di, y tampoco lo mucho que le odio.
-¡Este tío es imbécil!
Paola empieza a reírse de nuevo y coge la mano de Lucas, apretándola con cariño.
Pero ella se vuelve a parar, y lo mira con un brillo especial en los ojos.
-Prométeme una cosa.
-Claro. Cualquier cosa.
-Nada de rubias.
Lucas sonríe y levanta la mano libre para estrecharla con la de ella.
-Prometido. Nada de rubias.
Desde su habitación, Adara ha escuchado como su hermano se despedía de ella y le decía que se quedaba sola en casa.
Suspira aliviada. No tiene ganas de soportar otra de las borracheras de su padre. Todavía le duelen los cardenales que le provocó su última paliza.
Adara se tumba en la cama y se abraza a un cojín. El silencio de la casa vacía le viene bien, necesita pensar.
Desde que Míriam se fue, la casa siempre está en silencio y más vacía que nunca, exceptuando los momentos en los que Luís grita, insulta y golpea a su hija.
Adara coge el reproductor mp3 de su mesita de noche y elige una canción al azar. La música rápidamente invade todos sus pensamientos.
<<Y es que ese corazón se pierde. Y es que ese corazón se apaga. Y es que ese corazón se ha herido, está perdido, porque nadie lo ha querido. Y te quiere más que a nada e imagina que lo sabes.>>
Adara, con los ojos cerrados escucha atentamente cada palabra. Una lágrima escapa y corre por sus mejillas.
De un tiempo a esta parte es como si todas las canciones hablaran de ella.
Piensa en su madre. Lleva meses pensando en ella. Exactamente, desde que se fue. La necesita más que nunca y ella no está.
Todas las noches busca su abrazo en la oscuridad de su habitación. Espera encontrarla bajo las sábanas de su cama, como cuando era pequeña y tenía una pesadilla. Entonces la abrazaba con fuerza, como si se la fueran a arrebatar, y todos sus miedos desaparecían.
Ahora, cuando lo intenta, tan sólo abraza aire.
De repente, el ligero sonido de la puerta principal hace que salga de sus pensamientos.
Escucha atenta, tapándose la boca con las manos. Deja de respirar para poder oír quién ha entrado en su casa.
Todo su cuerpo, sin que ella se de cuenta, empieza a temblar bajo las sábanas y se siente aturdida. La simple idea de saber que Luís acaba de llegar de cualquier bar la atemoriza, y cierra los ojos.
Todos los sonidos se le vuelven más claros, y es capaz de escucharlo todo. El tintineo de las llaves. La puerta que se cierra. Las zancadas de alguien que sube las escaleras y se dirige al piso superior, donde se encuentra ella, más débil y frágil que nunca.
Los peores temores llegan cuando se da cuenta de que Luís está abriendo su puerta. Con delicadeza y, sobretodo, con sumo silencio, esconde la cabeza debajo de la almohada, cubriendose con las sábanas.
Pero le sorprende que los pasos de Luís sean tan suaves y delicados. Su aroma también ha cambiado, ya no huele a alcohol puro o a suciedad. Ahora le envuelve un perfume dulce y agradable. El olor de la vainilla hace que Adara se incline ligeramente, mirando a aquella persona de manera atónita que sujeta una foto entre las manos.
Sabe perfectamente qué foto es. En ella, Adara, con apenas seis años, abraza a Lucas enmedio de la playa. Él está embadurnado de arena y ella sonríe al verlo.
En ese instante, la mujer se gira y observa la mirada de aquella chica joven.
No sabe qué decir. Cree que cualquier palabra podría estropear aquel precioso momento. Siente que si pestañeara ella desaparecería, y mantiene los ojos bien abiertos.
Ambas se miran, sin saber muy bien qué decir, y Adara decide romper el silencio pronunciando las palabras torpemente.
-¿Mamá?
Oins!:$ Ha sido un capítulo conmovedor, por lo menos para mi:)Menos mal que las cosas van mejorando para Adara. Me ha encantado mucho mucho pero mucho mucho^^ El blog es una maravilla! Seguir escribiendo así de bien:D Y por supuesto, por dios publicar prontito que me muero de ganar de saber que pasa con la madre de Adara^^
ResponderEliminarUn besito fuerte, de una gran seguidora de este blog!^^
El capítulo ha sido corto, pero intenso. Cada vez me gusta más la pareja que forman Paola y Lucas. Y la pobre adara, ahora aparece su madre después de tanto tiempo, como si nada... ¡Publicad pornto, por favor! Me tenéis súper enganchada!
ResponderEliminarTe acabo de descubrir por el tuenti y he leído el 1º capitulo xd
ResponderEliminarpero me leeré todos los demás.
que sepas que me encanta y que tienes otra seguidora :)
pasate si tienes tiempo:
http://twocolorsintheair.blogspot.com/
Besiitos ♥
Tia que se que te quitaron el tuenti pero que no me acuerdo de como te pusiste, dime cual eras pa por lo menos tenerte guardada en mps o algo o dime tu tuenti real y te agrego al mio, soy maria, la chica de the world your fantasies >.<
ResponderEliminarte sigo! sígueme :) http://losuenosehacenrealidad.blogspot.com/
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