domingo, 6 de febrero de 2011

CAPÍTULO DIEZ.

Nota como las horas van pasando. Lentas y agonizantes horas dentro de su habitación.
Adara no se puede creer que se hayan besado. Que sean algo más que amigos.
Sacude la cabeza. Le es imposible de entender. La simple idea de que sean pareja no le gusta. Pero lo que menos le gusta es haberlo descubierto así, por coincidencia. Paola y Lucas le han escondido algo que para ella es verdaderamente importante. Importante y extraño a la vez. ¿Mi mejor amiga con mi hermano?-piensa- Bueno, mi mejor amiga no. Ya no somos amigas, o eso creo. Sí, nos hemos enfadado. Ella se mete demasiado en mis asuntos. <<Solo quiero ayudarte>>-Dice en voz alta, imitando la dulce voz de Paola en un tono sarcástico y casi ridículo- Pero, pensándolo mejor, yo estaba con Danel, el mejor amigo de Lucas. ¡Bah! No es lo mismo, no. Claro que no. Ellos me lo han escondido.
A estas alturas tiene la sensación de que ni siquiera le quedan lágrimas para derramar. Y, ahora mismo, no tiene ganas de hacerlo.
Sacude la cabeza, mostrando aún más enfado. Sigue pensando en lo que hace horas ocurrió. Todo ocurrió muy rápido. El beso. Danel en su casa.
Siente que no reconoce a Paola. No entiende por qué le ha cubierto las espaldas a Danel.
Adara lo vio salir de casa con Lucas. Paola sabía que él se encontraba en el salón, escondido por algún recoveco. Y no dijo nada.

Un ligero ruido fuera de su habitación la sorprende. Por un instante, deja de respirar. Contiene el aliento. Oye una voz masculina y piensa que podría ser Lucas. Sale de la habitación, un poco asustada, y camina de puntillas por el pasillo.
La voz proviene de la habitación de su padre y, por un momento se siente ridícula. Se ríe sola, enmedio del largo y oscuro pasillo, y sacude la cabeza. Ha sentido miedo por oír la voz de su padre. Vuelve a reírse. Lo único que no sabe, es que la risa le durará poco tiempo.
 
 
 
En la habitación del final del pasillo, Luís canta de forma desgarradora una canción que no está escrita. Canta, y llora. Está verdaderamente ebrio. Hoy ni siquiera ha ido a la oficina, y el jefe le ha llamado la atención tres veces esta semana. Ha faltado muchos días. Demasiados. Está al límite del despido, pero parece no importarle.
Lucas ha tenido que encargarse de todas las facturas. Ha pagado la luz, el agua. El seguro de cada coche. Y apenas les queda dinero para seguir pagando.
Lo único que ha hecho Luís es pasear, de bar en bar. Juntándose con aquellos señores que tan mala fama tienen en el barrio. Bebiendo con el dueño de aquella fábrica que quebró. Emborrachándose con personas que no recuerda haber conocido nunca. Pero la cuestión es beber. Beber y olvidarlo todo. Olvidar por un instante a sus dos hijos y a los problemas económicos que los están ahogando. Pero, por encima de todo, olvidarla a ella. Míriam. Y no se da cuenta que, intentando olvidarla, vuelve a recordarla.
Sollozos angustiosos y lágrimas derramadas ensucian el dulce silencio que envolvía a la gran casa.

-¿Papá?- Luís se gira sorprendido y asustado para observar a su hija, que se apoya en el marco de la puerta- ¡Oh, Dios mío!
-Quiero ver a Míriam.- Luís llora, de forma desconsolada. Con fuerza bruta, coge la mesilla de noche y la vuelca, emitiendo un sonido molesto e irritante.
-¡Papá, qué haces! -Adara corre hacia la mesilla de noche y la levanta, colocándola en su lugar.- ¡Basta!
-Quiero ver a Míriam.- Él insiste, pero ella sacude la cabeza, dejando escapar alguna que otra lágrima salada de sus claros ojos verdes.
-Papá, mamá se ha ido. Deja de decir estupideces.

Adara no se da cuenta de que su padre está ebrio y hechizado por el poder del alcohol hasta que no se acerca a él para abrazarle.

-¿A qué hueles?- Ella se acerca más, abriendo los ojos desorbitadamente- ¡No puede ser! ¡Estás borracho!
-Quiero irme con tu madre.- Luís agarra a su hija de los nudillos, presionándolos con fuerza.- Dile que quiero irme con ella.

Adara emite un gemido de dolor al notar como sus pequeños nudillos gritan en silencio, desgarrándose.
Quiere gritar, quiere gritar que pare. Pero lo único que puede hacer es respirar violentamente, retorciéndose y doblándose en dos.

-¡Llámala, joder! -Luís estira de ella, y, de un tirón, suelta sus pequeñas muñecas.- ¡No quiero estar aquí!

Ella busca los ojos de su padre. Cuando los encuentra, los mira fijamente. El dolor que antes los teñía, ahora se ha transformado en odio. Odio violento y amenazador. Adara siente miedo hacia él. Está enfrente de Luís, y el labio inferior le tiembla demasiado. Su respiración se le acelera cada vez más, y no reconoce a su padre.

-Me has hecho daño, papá.- Adara se mira las muñecas, que mantienen un color rojo fuego punzante.- No sé quién eres.
-Yo sí que sé quién eres.- Ella cierra los ojos al sentir el cálido aliento mezclado con litros de alcohol de su padre en la cara, y gira la cabeza.- Eres igual que tu madre. ¡Vas a ser la misma que ella! ¡Tendrás una familia y la abandonarás! ¡Por que eres una...

Adara le interrumpe dándole una bofetada en la mejilla. Su semblante muestra desprecio. Se imagina lo que su padre iba a llamarla, y no está dispuesta a escucharlo.
Luís permanece con la cabeza agachada. Ella cree que la conversación ha llegado a su final y se levanta de la cama, acercándose a la puerta.

Antes de salir, le dirige unas palabras en un tono agradable, dulce. Pero también teñido con unas cuantas lágrimas amargas:

-Siento haberte tocado, papá. Mañana, cuando te calmes, volveré a disculparme. Perdóname.

Adara sale de la habitación, y camina lentamente hacia la suya. Tiene la cabeza agachada, y se siente culpable. Siente también una impotencia inmensa al ver a su padre ebrio y no haber podido hacer nada para evitarlo.
No quería llorar. Creía que no le quedaban lágrimas, pero se equivocaba. Recuerda a Míriam, y las veces que su padre la ha nombrado. Debe de echarla muchísimo de menos. Tanto como Adara.

Inmersa en sus pensamientos, apenas le da tiempo de actuar. Escucha pisadas detrás de ella. Pisadas rápidas, y un cuerpo robusto que se lanza encima de ella, tirándola al suelo.
Adara aterriza cubriéndose la cabeza, intentando no golpeársela. Siente el increíble dolor de su espalda, que soporta el peso de Luís. El cuerpo le pide a gritos que se quite, que se aparte de encima. Adara grita de dolor. Grita angustiada. Intenta respirar, pero sabe que no es fácil hacerlo con Luís encima.
De repente, nota que él se levanta. Y se siente un poco más tranquila. Pero no tarda mucho en girarla y hacer crujir de nuevo su espalda. Esta vez, también cruje su hombro izquierdo. El rostro de la pobre joven indefensa refleja un dolor sobrehumano, y sabe que es solo el principio.

-¡Quién coño te crees para pegarme, ¿eh?! -Luís la sacude violentamente, agarrándola por los hombros.- ¿Te gusta pegar? -Adara niega con la cabeza, presa de un pánico que apenas le deja respirar.- ¿Te gusta que te hagan esto?- Luís pronuncia cada una de las palabras costosamente, dándole pequeñas bofetadas en la cara.- ¡No, ¿verdad?! ¡Pues a mí menos! ¡A mí me respetas, mocosa!

Luís la mira con repulsión, como si no fuera su hija. Adara no puede ni mirarle, tiene los ojos cerrados, intentando no llorar. Intentando no fulminarle con la mirada. Cree que lo mejor es no decirle nada más, y arreglar cuentas al día siguiente. Se siente desprotegida y sola sin Lucas. Y piensa en llamarle, pero no tiene valor para levantarse.
Su padre se levanta, propinándole una patada en la pierna. En comparación con el dolor de su hombro y el de su espalda, la patada en la pierna apenas ha sido un golpe.
Abre poco a poco los ojos, observando como él se adentra en la habitación.
Se lleva las manos a la cabeza, tapándose la cara, y rompe a llorar. No puede contenerse, y siente que cada día se va muriendo. Que cada día es peor que el anterior. Piensa qué habrá sido en otra vida para que le haya tocado vivir una así. Hace poco, apenas un mes, ella era la chica perfecta. Lo tenía todo. Popularidad, una amiga perfecta y simpática. Una pareja excelente, el chico más deseado de todo el barrio. La madre perfecta. Con su padre no tenía mucha relación, pero se llevaban bien y comentaban cosas. Parecía que la quería. Pero hoy le ha demostrado que no, que por ella no siente nada. Quizá sea cosa del alcohol- piensa ella, intentando defenderle. Aunque, en el fondo, Adara sabe que es algo que no se puede defender y que, por más que lo intente, jamás volverá a mirar de la misma forma a su padre.
Intenta levantarse, inclinándose poco a poco, y siente una pequeña descarga eléctrica que recorre todo su brazo izquierdo.
Deja escapar un pequeño sollozo, que se rompe al salir de su boca. Se encuentra verdaderamente mal. Le duelen todas y cada una de las partes de su delicado y estrecho cuerpo.
Evita levantarse y decide arrastrarse hasta su habitación. Alarga el brazo derecho, y lo atrae para sí misma, con el fin de empujar su cuerpo hacia delante. Repite el mismo movimiento hasta llegar a la puerta. Está agotada. Respira violentamente, con una sensación de ahogo inmenso y angustioso.
Quiere llegar. Quiere ir más rápido. El hecho de imaginar a su padre abalanzándose sobre ella de nuevo la atemoriza y el pánico comprime su pecho.

Pero, cuando por fin entra en su habitación y, con un poco de valor se levanta para tumbarse en la cama, sabe que durante esa noche no volverá a sufrir ningún otro ataque. O eso se repite una y otra vez, para tranquilizarse.

5 comentarios:

  1. Wow, este capítulo ha sido... Impactante. La pobre, no tiene bastante con que su novio le ponga los cuernos, su madre se vaya, pierda a su mejor amiga y su hermano la traicione, ahora también descubre que su padre está completamente borracho y le pega. Espero que le pase algo bueno en los próximos capítulo, porque... ¡Madre mía! Espero el próximo capítulo! Un beso!

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  2. Dios mío, pensé que este blog trataba de enamorarse no de deprimirse XDD Vaya vida de mierda que lleva. Esperamos que mejore pronto porque sino la veo suicidandose en breve XDD
    La historia esta interesante. Te sigo.
    Si te hace pásate por el mio:
    http://invasion-z.blogspot.com/
    Besitos!!

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  3. Me encanta tu blog, estoy segura de que llegarás a ser una gran escritora.
    Pobre chica, aver si mejora, pero tengo que admitir, que a mí me encantan las historias tristes.
    Pasate por mi blog, comenta con tu opinión, y si te gusta, sígueme!
    Un besazo, y a seguir así, vale?

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  4. Hola! espero muy impaciente al siguiente capítulo y por favor, haz que mejore en algo la chica, esque es muy triste todo lo que le pase, que tenga algo de felicidad, ais que lastima, pero sin duda es una historia que me encanta jaja espero el siguiente capitulo :)

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  5. Decidle a alguna editora que publique vuestro libro!!

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