sábado, 1 de enero de 2011

CAPÍTULO TRES.

El viernes pasó a una velocidad rápida. Por la mañana, perdieron la noción del tiempo entre risas y bromas. Lucas tuvo que acercarlas al instituto en su Seat Ibiza rojo. Las clases transcurrieron lentamente, como siempre. Envueltas por el aburrimiento, el sueño y las ganas de salir corriendo de allí, Paola y Adara, como todos los demás, esperaban impacientes el sonido del timbre.
La tarde pasó volando. Lucas las retó a un juego de la Wii, poniéndoles una condición: quien perdiera, prepararía la cena. Él contra ellas dos. Adara aceptó con energía y egocentrismo; Paola, con timidez y, sobre todo, con nerviosismo.
Tras varias horas jugando y ejercitando las posturas más correctas para ganar, acabó la partida. Las chicas ganaron. Lucas se dirigió a la cocina y empezó a preparar una pizza casera. Adara le hacía fotos riendo. Paola lo observaba con ojos tiernos, riendose también. Él decidió no enfadarse, aunque se tapaba la cara en todas, algo molesto. La pizza estaba buenísima, desearon repetir varias veces.
También se pasaron la noche en vela probándose peinados y formas distintas de maquillarse. Debían estar perfectas para la fiesta de Danel, o por lo menos Adara debía estarlo.
El sábado pasó más rápido de lo que esperaban. Desayunaron, comieron, bromearon.
Caída ya la tarde, Adara y Paola se arreglan para la fiesta, cuidando cada detalle.
Adara, con su estrecho y delicado vestido negro, camina nerviosa por su habitación. Lleva los tacones en la mano, se sienta en la cama y se los coloca con prisa. A cada segundo se siente obligada a mirarse en el espejo. Los ojos ligeramente pintados de negro, hacen resaltar sus preciosas pupilas verdes; sus labios, de un tono más alegre y claro. Cada uno de sus rizos, mucho más definidos de lo habitual, se deslizan divertidamente por sus hombros, sujetados por una pequeña cinta negra decorada con un lazo en el costado. Mira una y otra vez la hora, histérica.

-¡¿Paola, quieres salir de una vez del baño?! ¡nos van a dar las uvas!
-Todavía faltan dos horas para la fiesta, ¡no te estreses!
-¡Ya, pero sabes que quiero llegar antes!

Adara oye las risas de su amiga, y siente que su impaciencia está llegando al límite. Decide esperarla cinco minutos, sentada en la cama.
Se levanta, se vuelve a sentar. Mira la hora, camina de un lado para otro, vuelve a sentarse. Mueve la pierna, se acerca de nuevo al baño. De repente, oye el sonido del agua cayendo. Su desesperación la lleva al punto de coger su bolso y dirigirse a la salida de la habitación.

-¡No me puedo creer que te duches ahora! -grita enfadada Adara.
-¡Pero Adara, sabes que no tardaré nada!
-¡Me da lo mismo, me voy!
-¿Como que te vas?

Paola oye un portazo. Apaga el grifo y sale de la ducha. Se envuelve en la suave toalla azul y se asoma para ver si verdaderamente la ha dejado ahí sola. Abre la puerta del baño, busca con la mirada a Adara. Nada, no ve a nadie. Está completamente sola. Paola no se lo puede creer, aún faltan dos horas y se ha ido sin ella. Algo molesta, se dirige al baño de nuevo, pero ve que la puerta se abre poco a poco. Con una sonrisa, espera a que Adara entre.

-¿Qué son esos gritos, todo bien?- Lucas entra y la mira sorprendido- ¡Perdón!- se da la vuelta avergonzado.
Paola, más avergonzada aún y roja como un tomate, estira de las sábanas improvisadamente de la cama ya hecha y se cubre con ellas.

-Eh...tu hermana se ha ido.
-¿A dónde?
-A casa de Danel, o eso creo...- Paola habla con un tono nervioso, incontrolable.
-¿No ibais a ir juntas?
-Parece que ya no...
-Si quieres, puedes venir conmigo.
-No te preocupes, cogeré mi moto- contesta Paola, esperanzada de que Lucas insista.
-¿Pero tú sabes dónde vive Danel?
-No...por eso tenía pensado ir con tu hermana...

Lucas sonríe para sus adentros, aún de espaldas.

-Cuando acabe de arreglarme, te vienes conmigo, ¿vale?
-Bueno, bien...- contesta ella, feliz- aunque tendré que acabar de ducharme...y arreglarme,y peinarme, y...
-Cuando acabemos los dos...¿de acuerdo?
-¡Sí, señor!-imita a un soldado levantando la mano y colocandosela en la frente, lo que hace que la sábana se le caiga y se quede protegida solamente con la corta toalla azul. En un instante, desaparece corriendo, metiendose de nuevo en el cuarto de baño, mucho más nerviosa y avergonzada que antes.
 
 
Paola se dirige a las escaleras, vestida con unos shorts vaqueros muy cortos y una camisa de tirantes azul turquesa, decorado con pequeñas lentejuelas y un escote pronunciado. El sonido de los tacones azules envuelve el pasillo. Los labios, apenas pintados con un toque de gloss, y los ojos, decorados con un poco de rimel y eye-liner negro, le buscan a él. Su pelo oscuro, liso y suelto baila al son de cada paso que ella da.
Se acerca a las escaleras y allí, abajo, en la puerta, la espera él. Con su sonrisa perfecta, la mirada verde que la observa, la camisa blanca no demasiado ajustada, al contrario de sus vaqueros. Unas nike blancas le protegen los pies, y una corbata estrecha y mal atada cuelga de su cuello.
Baja los escalones sin apartar la mirada de él, ensimismada y sin mirar nada más. En un instante, deja de verlo. Sus finos tacones la hacen caer escaleras abajo. Lucas corre y la alcanza, rodeandola con los brazos.

-¡¿Paola, estás bien?!- repite, una y otra vez, preocupado.
-Sí...creo..., me duele un poco el pie - cada una de las palabras salen torpemente de su boca.
-No me extraña, ¡menuda ostia te has dado! -dice él, riéndose, mientras le aparta con dulzura el pelo de la cara.

Ella ríe también, aunque un poco nerviosa. La cara de él está demasiado cerca de la suya. Huele su aroma, oye su respiración agitada por la risa. Lucas sonríe. De cerca, la sonrisa es más perfecta de lo normal, y sus ojos verdes esmeralda más intensos. Sus miradas se entrelazan. Ella siente que no puede apartar sus ojos de los suyos. De repente, un sonido estridente los devuelve a la realidad.

-Perdona...es mi móvil- Lucas busca en sus bolsillos, y da con lo que busca.

Se aleja un poco para contestar y Paola lo observa irritada. ¿Otra vez la de siempre?, piensa, ¡estúpida novia!

-Sí, sí, ¡ya voy! no tardo nada.

¿Ya voy? ¿No me incluye?, Paola se siente cada vez más molesta.

-¡Que sí!- Lucas sigue hablando- ¿Ves? Sin mí no puedes vivir...
-¡Claro, estoy pensando dejar a Adara para casarme contigo! -contesta Danel al otro lado de la línea, riendo.
-Y yo aceptaría casarme contigo...

Paola abre exageradamente los ojos, al igual que la boca. Cada vez está más perpleja. ¿Está dispuesto a casarse con esa? ¿Ahora? Es muy joven, y guapo...¡no me lo puedo creer!
Lucas cuelga con una sonrisa en la boca y sacudiendo la cabeza. Se acerca a Paola y abre la puerta, invitándola a salir. Paola no quiere ni mirarle, está molesta, disgustada. Pasa velozmente y se acerca al coche, cruzando los brazos.
Lucas la observa desde la puerta. Observa sus movimientos fugaces, parece enfadada. Arquea las cejas, no entiende qué le ha podido pasar para que cambie tan repentinamente de humor. ¿Habrá sido la caída?-piensa-¿o quizá esté molesta por lo mucho que me he acercado a ella?
Abre el coche. Paola entra y cierra dando un portazo. Él la mira irritado, pero cree que es mejor no decir nada. Entra y cierra la puerta. Arranca el coche. Dentro, una canción rompe el incómodo y tenso silencio que hay entre los dos. <<For so many nights now I find muyself thinking about her now>>. Paola escucha atentamente, memoriza cada una de las palabras de la canción, aunque se la sepa de memoria. Desde hace tiempo, siente que es la canción que la describe. Que describe todo lo que siente. <<'Cause obviously, She's out of my league, but how can I win, she keeps draggin' me in and I know I never will be good enough for her>>.  
 
 
Suena el timbre. Adara se percata y se acerca veloz a la puerta. Abre y los observa.

-¡Llegais tarde! ya está aquí la mayoría de la gente...¿ves como no quería esperarte?
-Que sí, que sí, lo siento...había mucho tráfico- responde Lucas.
-No, fue culpa mía- Paola entra en la casa con cierto enfado y se pierde entre la multitud.
-¿Qué le has hecho? - Pregunta molesta Adara, mirando a su hermano.
-¡¿Yo?! ¡Igual es porque la dejaste tirada!
-¡No la dejé tirada, es que se estaba duchando! Y no puedo llegar tarde al cumpleaños de mi novio.

Lucas decide no contestar y adentrarse en la casa. Algunos lo saludan, otros lo miran con curiosidad; otras, con deseo y sonrisas pícaras.
Adara lo sigue a paso ligero, sensual. Sonríe, está realmente satisfecha. Danel y ella han empleado casi toda la tarde en decorar la gran casa de arriba a abajo. Observa a la gente que comenta la preciosa decoración, el buen repertorio de música que los envuelve, la gran mesa blanca repleta de comida y bebida que hay enmedio del salón. Hay gente aquí y allá. Bailando, charlando, riendo, cantando. También fuera, alrededor de la piscina, en las tumbonas, incluso algunos bañándose, a pesar de que la noche ya empiece a refrescar.
Hace ya un rato que desapareció. Impaciente, lo busca con la mirada por cada uno de los rincones de la casa, pero no lo encuentra.
Decide buscarlo en el jardín. Atraviesa la gran puerta de cristal y mira de un lado a otro. Sigue sin verlo. Paola está sentada en el borde de la piscina, con la mirada perdida. Lentamente se acerca a ella.

-Paola, ¿has visto a Danel?
-No. - Su respuesta es breve, seca. Adara la mira extrañada.
-Es que no lo encuentro...

Paola no responde, ni siquiera la mira. Tiene la mirada fija en el suelo.

-¿Y a tí qué te pasa? ¿qué te ha hecho Lucas?
-Nada.
-¿Entonces he sido yo? Perdóname, de verdad. Pero pensé que tardarías y...
-No has sido tú ¿vale? estoy bien.
-Joder Paola...¡no me interrumpas cuando te estoy pidiendo disculpas!

Paola alza la vista, y la mira. Siente que le está estropeando una bonita noche, una noche importante para ella. Piensa que poniendo mala cara y contestando de mala manera, sólo conseguirá el enfado y el mal rato de su amiga, y decide cambiar de actitud, mostrándo una sonrisa.

-Estoy bien, de verdad, sólo que...¡me aburro y...necesito un cubata!

Adara ríe y se pone de pie, ayudando a su amiga a levantarse. Entran y se acercan a las bebidas. Llenan dos vasos hasta arriba con lo primero que encuentran y se acomodan en un gran sofá de cuero rojo.

- Mmm..¡está buenísimo! ¿qué es?
-No tengo ni idea...

Las dos rompen a reír, sin saber muy bien porqué. Una famosa canción suena en la sala y, como locas, se levantan para bailarla.

-¿Te gusta mi nuevo color de labios? - Pregunta Adara a su amiga, intentando levantar la voz por encima del sonido estridente de la música.

Paola asiente con la cabeza, le da otro sorbo a su cubata y mientras siguen bailando le hace un gesto con la mano para que se lo preste.

-Es de mi madre. Se lo he quitado- responde Adara, orgullosa de su hazaña- Está en el bolso, ahora te lo traigo.

Adara se dirige hacia las escaleras de caracol, situadas en una esquina, cerca de la puerta del jardín, para subir a la habitación de los padres de Danel donde está su bolso. Al pie de las escaleras encuentra a su hermano, que la agarra antes de pisar el primer escalón.

-¡Ada! ¿Dónde vas?¿Por qué no estás bailando con Paola? -pregunta Lucas, y en su tono de voz se entrevé cierto nerviosismo.
-¿Y tú? ¿Qué haces aquí solo?
-No tengo que darte explicaciones, soy tu hermano mayor, en todo caso me las tienes que dar tú a mí.
-Vale, sr. hermano mayor- responde Adara con sarcasmo- Voy al piso de arriba, a por el bolso. O bueno...iba, ya que un gilipollas me lo impide- mira las manos de su hermano, todavía agarrando sus brazos- me haces daño.
-¡No! Tú y yo nos vamos a bailar ahora mismo, ¿no oyes la canción?
-De momento, no estoy sorda y no, no pienso bailar contigo.
-Entonces...¡vamos a por un cubata! venga Ada... -Lucas la mira con un brillo en los ojos.
Adara señala su cubata, aún por la mitad, y se lo ofrece. Lucas enarca las cejas.
-Pero Ada, el tuyo es muy suave. ¡Sígueme! yo te enseñaré lo que es un buen cubata...
-¡Que me dejes! Tengo que subir a por el pintalabios...Me lo ha pedido Paola, creo que quiere llamar la atención de algún chico...Yo creo que se trata de Rubén, ese -se gira, señalándole- el de la piscina.

Lucas mira con cierta perplejidad al chico. De repente, se siente ligeramente celoso y su hermana se da cuenta.

-¿Pasa algo?
-¿Qué va a pasar, Ada?
-¡No me llames Ada, y déjame pasar! Paola se va a creer que me he ido de nuevo sin ella...

Lucas ya no sabe qué más hacer y suelta a su hermana, resignado. Así que sonríe mientras ella sube las escaleras, esperando algún milagro, y se dirige hacia donde está Paola, sabiendo en el lío en el que se ha metido. ¿Pero acaso tenía otra opción?
 
 
Adara baja las escaleras, bolso y abrigo en mano. Su amiga y su hermano la ven correr escaleras abajo, en busca de la puerta, roja, llena de rabia y con algunas lágrimas escapándose se sus ojos. Por las escaleras, detrás de ella, aparece Danel subiéndose los pantalones y sin camiseta, dejando ver el tatuaje de la estrella que tiene en el pecho y que se hizo por ella, por la chica rubia que ahora se escapa de su casa, ya que es el mismo que lleva el cantante de su grupo preferido.

-¡Adara, espera!- Danel se queda quieto en el centro del salón al ver que ella se da la vuelta en la entrada, antes de salir por la puerta, dispuesta a escuchar su explicación.

Danel, consciente de la escena que está montando y de que todos los invitados observan curiosos, se acerca a Adara, susurrando disculpas y escusas incomprensibles y sin sentido.

-Amor...yo...no sé que pasó...no...yo...Yo te quiero.

Adara, que hasta ese momento tenia la vista fija en el suelo, al oír aquellas últimas palabras, levanta la cabeza. Su mirada se clava en la de él con furia, con tensión, con odio. Danel se asusta, en el verde esmeralda de los ojos de su novia, en los que al principio de la noche sólo veia amor, ahora ve dolor y desprecio, están encendidos en rojo fuego. Sólo entonces se da cuenta de hasta dónde ha metido la pata.
Adara se acerca todavía más a él. Querría pegarle, darle un puñetazo, uno de esos golpes que su madre le enseñó después de aprender defensa personal y romperle la nariz. Pero cuando le mira a la cara, lo único que puede hacer es escupirle, y lo hace. Él cierra los ojos, asqueado, y sabe que es mejor no decir nada más. Adara siente verdadero asco por él, y sale de la casa dando un estridente portazo.
En el salón reina un absoluto silencio, nadie se atreve a hablar, ni siquiera a moverse.

-¡¿Qué coño miráis?!- Danel desgarra el ambiente con un fuerte grito que recorre cada lugar de la casa, molesto por ser el centro de atención- ¡Seguid con lo vuestro!
-¿Qué ha pasado?- le pregunta Paola a Lucas, una vez todo a vuelto a la normalidad.
-Pasa que tendría que haber parado esto antes. Ve a buscar a mi hermana porfavor, yo iré a hablar con Danel- Y antes de seguir a su amigo hasta la cocina, sonríe mostrando tranquilidad y le da un beso en la mejilla a Paola. Esta enrojece, sonriendo como hace mucho que no lo hacía, y se despide de Lucas con la mano dirigiéndose hacia la calle, donde estará su amiga.
Para sorpresa de Paola, la moto de Adara no está donde estaba cuando llegó.
Piensa que algo muy fuerte debe de haber pasado para que su amiga se marchara sin despedirse. Coge el móvil y marca su número. Tiene el móvil libre, pero nadie le coge. Prueba de nuevo. Nada, sigue sin contestar. Por un instante, teme lo peor.
Pero lo que ella no sabe es que Adara ya está lejos de ahí. Muy lejos.
 

1 comentario:

  1. Hola! He leído hasta este capítulo, y tengo que deciros que está muy bien escrito y muy bien expresado. Creo que le faltaría un poco más de descripción para que los lectores imaginemos mejor las situaciones (por ejemplo, en la fiesta de Danel creo que podríais describir mucho más como es la casa, la gente que hay...) y para mi gusto las personalidades de los personajes no están muy definidas. Pero la verdad es que me ha gustado y la historia engancha.

    ResponderEliminar